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miércoles, 26 de marzo de 2008

Reminiscencias del caribe

Historias de un tiempo deliberadamente entremezcladas con el producto lógico de contaminaciones de antaño, el doloroso canto de una tierra no menos falta de anhelos y esperanzas, aunque se encuentre bajo el yugo impuesto por los años, las tradiciones importadas y las plagas contemporáneas que invaden el terreno que una vez habitaran dioses de fuego, viento, tierra y de agua. Tierra de mitos y leyendas donde aun la sangre y el mar rugen al unísono mientras la esperanza se derrite lentamente frente la fe contrita que una vez nos heredara el látigo impositor, que a su vez fue dejando silencios con nombre y apellido olvidados en el tiempo, huesos corroídos por los zopes, que abonando matorrales, han dejando tras de si llantos enmudecidos.
Las añoranzas de un trotamundos que sin estratos se hace rumbo extrañando el terruño que a medias propio sigue siendo suyo, recuerdo sintetizado, que prevalece en la memoria del niño que aun subsiste en sus sueños, donde el maíz volvió a ser sagrado, los frijoles fueron carne, y ésta un sueño inequívoco inexplorado.
Paleta inequívoca de raíces varias, con mixturas nuevas y bondades vanas, donde los nuevos feudales aun nacen en la cuna que arrulla sin reproche la Maria, que con las manos rasgadas de lejía, mece la cuna del nuevo amo que cría.
El Pedro que navega en la madrugada con la dulce idea del tesoro prometido en el horizonte del norte, que repara en la prole que abandona mientras la luz de la luna se deforma poco a poco bajo el velo de agua que con ímpetu ahora lo atosiga.

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