
Las añoranzas de un trotamundos que sin estratos se hace rumbo extrañando el terruño que a medias propio sigue siendo suyo, recuerdo sintetizado, que prevalece en la memoria del niño que aun subsiste en sus sueños, donde el maíz volvió a ser sagrado, los frijoles fueron carne, y ésta un sueño inequívoco inexplorado.
Paleta inequívoca de raíces varias, con mixturas nuevas y bondades vanas, donde los nuevos feudales aun nacen en la cuna que arrulla sin reproche la Maria, que con las manos rasgadas de lejía, mece la cuna del nuevo amo que cría.
El Pedro que navega en la madrugada con la dulce idea del tesoro prometido en el horizonte del norte, que repara en la prole que abandona mientras la luz de la luna se deforma poco a poco bajo el velo de agua que con ímpetu ahora lo atosiga.